1° Grado A y B, Seño Patricia, Seño Elina y Seño Melina (Tecnología).
Sabemos que el niño pequeño vive en un
mundo de imágenes y recurrimos a ellas a través de los cuentos, porque es allí,
en las imágenes donde se elabora todo el proceso de las actividades. Es
interesante observar años más tarde a estos jóvenes cuando retoman alguna labor
aprendida en la niñez, como vuelven a recordar esas imágenes.
Sabemos por estudios de psicología y
neurología que el desarrollo cerebral de los niños necesita de las experiencias
sensoriales concretas sobre objetos reales. Estas experiencias ayudan a
establecer las conexiones entre las neuronas y son la base de todo desarrollo
posterior.
Es por esto importante la variedad y
calidad de estas experiencias sensoriales.
En las clases de labores se trabaja
con el pensar, el sentir y la voluntad. A través de lo metódico y repetitivo se
ayuda a organizar el pensamiento de forma ordenada. Y entre el pensar y el
hacer se abre camino al sentimiento.
Para el niño es el objeto el que
ocupa el primer lugar, en cambio para el maestro lo importante es el proceso
que ha vivido, es decir que haya podido lograr esa fina percepción y la
ejercitación de su organismo sensorial. Es importante que los trabajos se
terminen para completar el proceso.
Se utilizan para los diferentes
trabajos materiales nobles y puros como lana, hilo, tela. El trabajo sobre
estos diversos elementos, le da al niño la posibilidad de desarrollar sus sentidos,
para que luego lo vivido a través de un proceso interior de elaboración se
convierta en comprensión. Esta base es la que a través de los años le permitirá
su posterior capacidad de criterio e inteligencia.
Nuestra moderna tecnología, opone
otra vía ejecutiva. Tanto la televisión como la computadora inundan al niño de
imágenes que aparentan entregar una cantidad de vivencias pero al ser lo
virtual solo una fracción del total de los sentidos, deja el alma del niño fría
y vacía, el mensaje no tiene vida.
Este tipo de aprendizaje tiene un
efecto equilibrador en la personalidad de los niños. Despierta el pensar en los
soñadores, ayuda a desarrollar la voluntad, a los coléricos los induce a
serenarse y a los muy intelectuales los mueve hacia el sentimiento.
Los niños mantienen las agujas en
ambas manos, asignando a cada mano su respectiva actividad, estableciendo así
de inmediato “la lateralidad”, así como también el control del ojo sobre la
mano, logrando desde el principio un grado de control sobre su voluntad.
La mano derecha debe introducir una
aguja en el lazo de hilo que está en la aguja izquierda, logrando en el proceso
atar un nudo. Sólo un constante control de la mano puede lograr tal hazaña, por
lo que el poder de concentración se transforma en el despertar, de hecho, no
existe otra actividad realizada por los niños de seis o siete años de edad que
puedan evocar este nivel de atención.
Mediante el uso de diferentes colores
y diferentes cantidades de filas el maestro fomenta a través del tejido la
atención de los números y la flexibilidad en el pensamiento. Como los niños
aprenden más de aritmética, los profesores pueden elaborar modelos que requieren
dos filas de azul, seguido de cuatro hileras de amarillo seguido de seis
hileras de azul, etc. De esta manera se refuerzan las habilidades numéricas,
pero de forma agradable.
Toda esta formación ayuda a la
concentración, logrando fortalecer "la voluntad de enseñar a pensar".
Y esta habilidad es la que permitirá a los niños lograr la capacidad de resolución
de problemas en años posteriores.
¡¡¡¡¡¡¡GRACIAS! A TODAS LAS FAMILIAS DE 1° GRADO A Y B POR HABER HECHO POSIBLE ESTE MARAVILLOSO ENCUENTRO!!!!!!